sábado, 28 de septiembre de 2013

Desempolvando el blog... comparto reportaje

De la Magdalena a Japón
(audio)

Una llamada le devolvió a Irma el alma al cuerpo, su hijo al que buscó durante meses no estaba muerto…lo encontró y lo encontró dónde menos esperaba….
Con la llamada doña Irma, que había buscado a su hijo entre vivos y muertos durante meses, se enteró que  haberle dado permiso para irse con unos amigos a Puerto Vallarta terminó en Japón



Sin tener idea clara de lo que pasaba, Irma se enteró que su hijo Víctor se había convertido en un eslabón de la delincuencia organizada al ser usado como “burrero o mula” para llevar droga, que tragó en capsulas hasta ‘el país del sol naciente”. Según la señora Irma su hijo de 19 años siempre fue un buen muchacho que combina los estudios en la prepa con su trabajo en una tienda.



Datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores  revelan que 36 mil mexicanos están presos en el extranjero la mayor parte de ellos por delitos contra la salud, sólo en Estados Unidos son 35 mil los mexicanos encarcelados de ellos 4 mil 600 por tráfico de drogas.  En España hay 143  mexicanos presos. El resto de connacionales detenidos se encuentra en país tan lejanos como Egipto, China, Malacia, Turquía, Grecia, Nueva Zelanda y Japón donde en una prisión del departamento  de Chiba, cercano a Tokio, se encuentra purgando una sentencia de 6 años de prisión Víctor, un joven que salió de las terregosas calles de la Magdalena en Zapopan con la promesa de 30 mil pesos y ropa a cambio de la travesía. Para la madre de Víctor fue la ambición y la inexperiencia lo que llevaron a su hijo a terminar en una cárcel al otro lado del mundo



Se denomina burrero a la persona que es contratada u obligada a introducir droga a un país  utilizando en muchos casos su propio cuerpo como recipiente.
El jefe del departamento de derecho de la universidad de Guadalajara, Dante Haro, explica que los grupos de la delincuencia organizada aprovechan la necesidad económica de las personas para engancharlos como “burreros’

Luego de enterarse de que su hijo esta preso en Japón, a más de 11 mil 500 kilómetros de su casa en la Magdalena en Zapopan, la señora Irma tuvo sentimientos encontrados por un lado la felicidad de saber que estaba vivo y por otro la frustración de saber que su sueldo como asistenta en una secundaria, no le alcanzaría para pagar un boleto de avión
Irma encontró en  Nazaret Rodríguez, una maestra que trabaja en la misma escuela donde  ella hace la limpieza,  una especie hada madrina, la profesora  a través de un mensaje en su muro de Facebook difundió el caso y logró por medio de “una coperacha’ entre sus contactos, juntar el dinero para que viajara hasta el lejano oriente. Emocionada la señora Irma cuenta que este fue su primer viaje y la primera vez que subía a un avión pero también fue la primera vez que veía a su hijo tras las rejas



La odisea de Irma en Tokio duro 18 días, relata que en el rencuentro con su hijo Víctor no hubo regaños, ni reproches
Durante su estancia en Japón Irma recibió el apoyo de la embajada, personal diplomático la orientó y la llevó a la prisión donde se encuentra su hijo. Claudia Fregoso, jefa del área de protección de mexicanos en el exterior en la delegación Jalisco de la Secretaría de Relaciones Exteriores, explica en casos como los de Irma el papel de la cancillería es convertirse en el enlace entre la familia y la persona presa en el extranjero 
La funcionaria de la Secretaría de Relaciones exteriores señala que existe la posibilidad de que un connacional preso en el extranjero  pueda solicitar su traslado a México, sin embargo  Irma rechazó la propuesta pues considera que las cárceles del país son peligrosas y terminarían convirtiendo a su hijo en delincuente profesional 


Según cifras oficiales la sobrepoblación en cárceles de Jalisco supera el 71%. Analizando la situación de su hijo, Irma concluye que fue la falta de oportunidades las que llevaron a Víctor a cometer este el error que lo llevó a una cárcel de Japón

Luego de regresar de Japón, Irma se comunica con Víctor vía carta, le escribe cada quince días; enviar cada misiva le cuesta 50 pesos y tarda hasta un mes en llegar. Víctor le cuenta a su madre que trabaja en un taller de armado de autopartes, que en las tardes estudia inglés y japonés. En la prisión hay disciplina pero no malos tratos  y lo único que no le gusta es la comida. Dice Irma que no quiere pensar en el día en que Víctor salga de la cárcel y regrese a casa, no cuenta los días sólo espera que llegue.   





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